miércoles, 18 de mayo de 2011

darse cuenta

Cuanto mas avanzo en la conciencia de mi propia postura más me doy cuenta de cuan torcido estoy. Mi rostro es asimétrico. En mi postura cotidiana no me doy cuenta pero cuando encuentro el equilibiro de la postura, esta asimetría se hace evidente. ¿Qué hacer con esta evidencia? ¿Ignorarla? No. Es necesario confrontarse con ella y trabajar para deshacerla de una forma real, no para esconderla a través de una postura desequilibrada.

Esto es lo que significa nuestra postura habitual, es un esconder la evidencia de nuestro desequilibrio.

domingo, 15 de mayo de 2011

puntos cardinales

Las caderas son un punto fundamental en lo que a la postura se refiere. Son la unión del tronco con los miembros inferiores. A diferencia de lo que se pueda pensar, es la imagen del individuo, es decir la forma como la presión interna del tronco se mueve, la que determina la posición de la cadera. Así, una cadera tiene tres posibles opciones: estar en rotación interna, estar en rotación externa, o estar en equilibrio. Y ojo, por equilibrio no entendemos una posición que está a mitad entre rotación interna y rotación externa, sino otra cosa, que ya se explicará a su debido tiempo. Cuando la cadera no está en equilibrio se encuentra, entonces, en rotación. Esta rotación afecta a las fascias del tronco y del miembro inferior. De este modo, cuando alguien consigue por un esfuerzo inquebrantable de su voluntad llegar a la posición de equilibrio de su cadera, esta lucha contra la tensión de las fascias, de tal forma que cuanto más cerca se halla la cadera del equilibrio, mayor es la tensión que hay que vencer: la pierna tiende a girarse en sentido contrario a su posición habitual, surgen sensaciones extrañas en rodillas y tobillos y en la planta del pie... Sólo un intento inflexible en el sentido del equilibrio es capaz de elongar las fascias y hacer que el cuerpo recupere su libertad de movimiento.

Con respecto a estos giros de las caderas, cabe destacar como se repite el mismo patrón que se repite siempre en todo sistema: hay dos posiciones que representan dos polaridades, en este caso rotación externa y rotación interna, y una tercera posición, el equilibrio, que en cambio no es realmente un punto medio entre ambas posiciones, sino otra cosa, una especie de salida del plano que formarían estas dos dimensiones, una suerte de profundidad o tercera dimensión, que dota a este "plano" en el que están contenidas la rotación externa e interna de una perspectiva diferente. Ya la posibilidad no es estar en un polo o en el otro, ni tampoco en un punto intermedio entre uno y otro, lo cual conduciría a la inacción, ni tampoco en uno de los infinitos puntos entre uno y otro polo. En cambio, el equilibrio es estar fuera de este plano para poder acceder a ambas opciones según sea lo recomendado por las circunstancias.

Por último, nótese que los dos miembros inferiores dan cuatro posibilidades: 1. ambos mmii en rot int. 2. ambos mmii en rot ext. 3. el mi derecho en rot int y el mi izquierdo en rot ext. 4. el mi izquierdo en rot int y el mi derecho en rot ext. Estas cuatro posibilidades constituyen una semejanza de puntos cardinales en lo que a la postura del individuo se refiere.

Las rotaciones externa o interna de una cadera son una suerte de elección personal, aunque inconsciente. Normalmente la rotación interna se corresponde con la actitud de una persona que ha dejado de luchar contra la caída de la postura, se apoya en sus ligamentos, lo que da lugar a problemas de tipo artrósico con el paso del tiempo. La rotación externa se corresponde con la actitud de una persona que lucha contra la caída de la postura, pero sin conocimiento, con un gasto exagerado de energía, lo que da lugar a problemas de tipo muscular, pues los músculos sujetan la articulación luchando en contra de la fuerza de la gravedad. Ninguna de las dos opciones pueden acercar al individuo a la postura equilibrada. Este equilibrio postural se consigue con una forma diferente de acción sobre la articulación de la cadera, una forma de acción que utiliza la musculatura pero no en contra de la fuerza de la gravedad, sin a su favor. Esta diferente forma de acción sobre la articulación de la cadera permite que el individuo deje de ser arrastrado por la caída de la postura o por la lucha contra la caída de la postura, pero lo obliga a luchar contra la tensión de sus propias fascias, adaptadas previamente a estas luchas que mencionábamos. Sin embargo, las fascias van cediendo. La gravedad no cede. Esta es la diferencia.

Si una cadera está mucho más cerca que la otra de esta posición especial de equilibrio, encontramos asimetrías en la postura, asimetrías que no pueden corregirse. Si utilizamos plantillas o sistemas correctores que evitan el apuntalamiento de la conciencia postural, estas asimetrías no se corrigen. Todo lo más, cambian. La clave está en agrandar la conciencia de la postura, en este caso concreto, en las caderas. Una vez que uno ha accedido a esta conciencia, ésta le devuelve cierta información que le permite operar de una forma diferente a la convencional. Ni rotación interna ni rotación externa... otra cosa... esta forma de acción choca contra la tensión de las fascias. Es aquí cuando es necesario mantener una firme voluntad, mantener el intento contra la tensión de las fascias para que éstas vayan cambiando.

viernes, 6 de mayo de 2011

trabajar desde el centro

Cuando el tronco resulta arrastrado por los movimientos de los miembros o de la cabeza, se deforma, va perdiendo paulatinamente su estructura y aparecen los dolores crónicos, los procesos degenerativos, la falta de movilidad... No importa la actividad deportiva que usted realice. Si no existe conciencia de esta progresiva degeneración del tronco, haga lo que haga éste se irá deformando. ¿Usted corre? ¿Nada? ¿Juega al fútbol? Para el caso da lo mismo. Estas actividades son buenas, mantienen y mejoran la salud si se realizan con constancia y comedimiento, pero no dotan al que las practica de mayor conciencia de su cuerpo, ni tienen ningún efecto sobre la paulatina degeneración que sufre el tronco. Cuando usted corre, si el tronco no está firme, con cada paso que da su columna vertebral sufre. Si usted nada, cada vez que saca la cabeza del agua puede estar dañando la columna cervical. Todo será inútil si no toma conciencia de su propio cuerpo.

Los métodos, modernos como el pilates o milenarios como el yoga, que trabajan con una mayor conciencia del cuerpo, resultan mejores para estos fines. Sin embargo, suelen ser difíciles de entender. Ya sea porque la manera de explicar lo que se debe hacer con el tronco para encontrar su firmeza es de naturaleza mitológica, o porque no existen datos concretos a los que el entendimiento del individuo pueda sujetarse para hallar el modo de afirmar el tronco, en muchos casos fracasan y no dejan de ser mas que otra forma de “gimnasia” que, del mismo modo como sucede en otras disciplinas, resultará más o menos beneficiosa, pero no determinante para encontrar otra forma de moverse y de estar en el mundo más libre y ligera.

El movimiento interno trabaja desde el centro, dando una prioridad especial al fortalecimiento y firmeza del tronco. Todo lo que viene después es secundario a este fortalecimiento. Si usted está andando, de pie, si está haciendo la colada, fregando los cacharros o incluso bailando, su tronco puede estar firme, puede convertirse en el centro de sus movimientos y no dejarse deformar por éstos. Es esta condición la que hace que el movimiento sea libre, ligero, fácil... y el método del movimiento interno, gracias a sus profundas raíces biomecánicas, cuenta con instrumentos de enseñanza que permiten, por fin, al individuo acceder a la conciencia del propio cuerpo que posibilita la firmeza del tronco. Tal vez sea esta una de las grandes fortalezas del método, su nacimiento a partir de investigaciones biomecánicas y no de prácticas físicas, pues el movimiento interno surge como teoría para tratar de explicar las dificultades que las personas tenemos para adoptar posturas erguidas, y luego se convierte en método para lograr este objetivo. El hecho de partir del estudio del potencial del sistema esquelético humano para la adopción de posturas erguidas, y no de un compendio de experiencias prácticas, ha posibilitado que las indicaciones que deban darse a los alumnos sean muy concretas, fáciles de entender y de reproducir con un mínimo entrenamiento, con lo que se allana el camino al practicante para saber que es lo que tiene que hacer para adquirir la firmeza del tronco que luego se convertirá en la base de cualquier otro movimiento.