Las caderas son un punto fundamental en lo que a la postura se refiere. Son la unión del tronco con los miembros inferiores. A diferencia de lo que se pueda pensar, es la imagen del individuo, es decir la forma como la presión interna del tronco se mueve, la que determina la posición de la cadera. Así, una cadera tiene tres posibles opciones: estar en rotación interna, estar en rotación externa, o estar en equilibrio. Y ojo, por equilibrio no entendemos una posición que está a mitad entre rotación interna y rotación externa, sino otra cosa, que ya se explicará a su debido tiempo. Cuando la cadera no está en equilibrio se encuentra, entonces, en rotación. Esta rotación afecta a las fascias del tronco y del miembro inferior. De este modo, cuando alguien consigue por un esfuerzo inquebrantable de su voluntad llegar a la posición de equilibrio de su cadera, esta lucha contra la tensión de las fascias, de tal forma que cuanto más cerca se halla la cadera del equilibrio, mayor es la tensión que hay que vencer: la pierna tiende a girarse en sentido contrario a su posición habitual, surgen sensaciones extrañas en rodillas y tobillos y en la planta del pie... Sólo un intento inflexible en el sentido del equilibrio es capaz de elongar las fascias y hacer que el cuerpo recupere su libertad de movimiento.
Con respecto a estos giros de las caderas, cabe destacar como se repite el mismo patrón que se repite siempre en todo sistema: hay dos posiciones que representan dos polaridades, en este caso rotación externa y rotación interna, y una tercera posición, el equilibrio, que en cambio no es realmente un punto medio entre ambas posiciones, sino otra cosa, una especie de salida del plano que formarían estas dos dimensiones, una suerte de profundidad o tercera dimensión, que dota a este "plano" en el que están contenidas la rotación externa e interna de una perspectiva diferente. Ya la posibilidad no es estar en un polo o en el otro, ni tampoco en un punto intermedio entre uno y otro, lo cual conduciría a la inacción, ni tampoco en uno de los infinitos puntos entre uno y otro polo. En cambio, el equilibrio es estar fuera de este plano para poder acceder a ambas opciones según sea lo recomendado por las circunstancias.
Por último, nótese que los dos miembros inferiores dan cuatro posibilidades: 1. ambos mmii en rot int. 2. ambos mmii en rot ext. 3. el mi derecho en rot int y el mi izquierdo en rot ext. 4. el mi izquierdo en rot int y el mi derecho en rot ext. Estas cuatro posibilidades constituyen una semejanza de puntos cardinales en lo que a la postura del individuo se refiere.
Las rotaciones externa o interna de una cadera son una suerte de elección personal, aunque inconsciente. Normalmente la rotación interna se corresponde con la actitud de una persona que ha dejado de luchar contra la caída de la postura, se apoya en sus ligamentos, lo que da lugar a problemas de tipo artrósico con el paso del tiempo. La rotación externa se corresponde con la actitud de una persona que lucha contra la caída de la postura, pero sin conocimiento, con un gasto exagerado de energía, lo que da lugar a problemas de tipo muscular, pues los músculos sujetan la articulación luchando en contra de la fuerza de la gravedad. Ninguna de las dos opciones pueden acercar al individuo a la postura equilibrada. Este equilibrio postural se consigue con una forma diferente de acción sobre la articulación de la cadera, una forma de acción que utiliza la musculatura pero no en contra de la fuerza de la gravedad, sin a su favor. Esta diferente forma de acción sobre la articulación de la cadera permite que el individuo deje de ser arrastrado por la caída de la postura o por la lucha contra la caída de la postura, pero lo obliga a luchar contra la tensión de sus propias fascias, adaptadas previamente a estas luchas que mencionábamos. Sin embargo, las fascias van cediendo. La gravedad no cede. Esta es la diferencia.
Si una cadera está mucho más cerca que la otra de esta posición especial de equilibrio, encontramos asimetrías en la postura, asimetrías que no pueden corregirse. Si utilizamos plantillas o sistemas correctores que evitan el apuntalamiento de la conciencia postural, estas asimetrías no se corrigen. Todo lo más, cambian. La clave está en agrandar la conciencia de la postura, en este caso concreto, en las caderas. Una vez que uno ha accedido a esta conciencia, ésta le devuelve cierta información que le permite operar de una forma diferente a la convencional. Ni rotación interna ni rotación externa... otra cosa... esta forma de acción choca contra la tensión de las fascias. Es aquí cuando es necesario mantener una firme voluntad, mantener el intento contra la tensión de las fascias para que éstas vayan cambiando.