miércoles, 18 de mayo de 2011

darse cuenta

Cuanto mas avanzo en la conciencia de mi propia postura más me doy cuenta de cuan torcido estoy. Mi rostro es asimétrico. En mi postura cotidiana no me doy cuenta pero cuando encuentro el equilibiro de la postura, esta asimetría se hace evidente. ¿Qué hacer con esta evidencia? ¿Ignorarla? No. Es necesario confrontarse con ella y trabajar para deshacerla de una forma real, no para esconderla a través de una postura desequilibrada.

Esto es lo que significa nuestra postura habitual, es un esconder la evidencia de nuestro desequilibrio.

domingo, 15 de mayo de 2011

puntos cardinales

Las caderas son un punto fundamental en lo que a la postura se refiere. Son la unión del tronco con los miembros inferiores. A diferencia de lo que se pueda pensar, es la imagen del individuo, es decir la forma como la presión interna del tronco se mueve, la que determina la posición de la cadera. Así, una cadera tiene tres posibles opciones: estar en rotación interna, estar en rotación externa, o estar en equilibrio. Y ojo, por equilibrio no entendemos una posición que está a mitad entre rotación interna y rotación externa, sino otra cosa, que ya se explicará a su debido tiempo. Cuando la cadera no está en equilibrio se encuentra, entonces, en rotación. Esta rotación afecta a las fascias del tronco y del miembro inferior. De este modo, cuando alguien consigue por un esfuerzo inquebrantable de su voluntad llegar a la posición de equilibrio de su cadera, esta lucha contra la tensión de las fascias, de tal forma que cuanto más cerca se halla la cadera del equilibrio, mayor es la tensión que hay que vencer: la pierna tiende a girarse en sentido contrario a su posición habitual, surgen sensaciones extrañas en rodillas y tobillos y en la planta del pie... Sólo un intento inflexible en el sentido del equilibrio es capaz de elongar las fascias y hacer que el cuerpo recupere su libertad de movimiento.

Con respecto a estos giros de las caderas, cabe destacar como se repite el mismo patrón que se repite siempre en todo sistema: hay dos posiciones que representan dos polaridades, en este caso rotación externa y rotación interna, y una tercera posición, el equilibrio, que en cambio no es realmente un punto medio entre ambas posiciones, sino otra cosa, una especie de salida del plano que formarían estas dos dimensiones, una suerte de profundidad o tercera dimensión, que dota a este "plano" en el que están contenidas la rotación externa e interna de una perspectiva diferente. Ya la posibilidad no es estar en un polo o en el otro, ni tampoco en un punto intermedio entre uno y otro, lo cual conduciría a la inacción, ni tampoco en uno de los infinitos puntos entre uno y otro polo. En cambio, el equilibrio es estar fuera de este plano para poder acceder a ambas opciones según sea lo recomendado por las circunstancias.

Por último, nótese que los dos miembros inferiores dan cuatro posibilidades: 1. ambos mmii en rot int. 2. ambos mmii en rot ext. 3. el mi derecho en rot int y el mi izquierdo en rot ext. 4. el mi izquierdo en rot int y el mi derecho en rot ext. Estas cuatro posibilidades constituyen una semejanza de puntos cardinales en lo que a la postura del individuo se refiere.

Las rotaciones externa o interna de una cadera son una suerte de elección personal, aunque inconsciente. Normalmente la rotación interna se corresponde con la actitud de una persona que ha dejado de luchar contra la caída de la postura, se apoya en sus ligamentos, lo que da lugar a problemas de tipo artrósico con el paso del tiempo. La rotación externa se corresponde con la actitud de una persona que lucha contra la caída de la postura, pero sin conocimiento, con un gasto exagerado de energía, lo que da lugar a problemas de tipo muscular, pues los músculos sujetan la articulación luchando en contra de la fuerza de la gravedad. Ninguna de las dos opciones pueden acercar al individuo a la postura equilibrada. Este equilibrio postural se consigue con una forma diferente de acción sobre la articulación de la cadera, una forma de acción que utiliza la musculatura pero no en contra de la fuerza de la gravedad, sin a su favor. Esta diferente forma de acción sobre la articulación de la cadera permite que el individuo deje de ser arrastrado por la caída de la postura o por la lucha contra la caída de la postura, pero lo obliga a luchar contra la tensión de sus propias fascias, adaptadas previamente a estas luchas que mencionábamos. Sin embargo, las fascias van cediendo. La gravedad no cede. Esta es la diferencia.

Si una cadera está mucho más cerca que la otra de esta posición especial de equilibrio, encontramos asimetrías en la postura, asimetrías que no pueden corregirse. Si utilizamos plantillas o sistemas correctores que evitan el apuntalamiento de la conciencia postural, estas asimetrías no se corrigen. Todo lo más, cambian. La clave está en agrandar la conciencia de la postura, en este caso concreto, en las caderas. Una vez que uno ha accedido a esta conciencia, ésta le devuelve cierta información que le permite operar de una forma diferente a la convencional. Ni rotación interna ni rotación externa... otra cosa... esta forma de acción choca contra la tensión de las fascias. Es aquí cuando es necesario mantener una firme voluntad, mantener el intento contra la tensión de las fascias para que éstas vayan cambiando.

viernes, 6 de mayo de 2011

trabajar desde el centro

Cuando el tronco resulta arrastrado por los movimientos de los miembros o de la cabeza, se deforma, va perdiendo paulatinamente su estructura y aparecen los dolores crónicos, los procesos degenerativos, la falta de movilidad... No importa la actividad deportiva que usted realice. Si no existe conciencia de esta progresiva degeneración del tronco, haga lo que haga éste se irá deformando. ¿Usted corre? ¿Nada? ¿Juega al fútbol? Para el caso da lo mismo. Estas actividades son buenas, mantienen y mejoran la salud si se realizan con constancia y comedimiento, pero no dotan al que las practica de mayor conciencia de su cuerpo, ni tienen ningún efecto sobre la paulatina degeneración que sufre el tronco. Cuando usted corre, si el tronco no está firme, con cada paso que da su columna vertebral sufre. Si usted nada, cada vez que saca la cabeza del agua puede estar dañando la columna cervical. Todo será inútil si no toma conciencia de su propio cuerpo.

Los métodos, modernos como el pilates o milenarios como el yoga, que trabajan con una mayor conciencia del cuerpo, resultan mejores para estos fines. Sin embargo, suelen ser difíciles de entender. Ya sea porque la manera de explicar lo que se debe hacer con el tronco para encontrar su firmeza es de naturaleza mitológica, o porque no existen datos concretos a los que el entendimiento del individuo pueda sujetarse para hallar el modo de afirmar el tronco, en muchos casos fracasan y no dejan de ser mas que otra forma de “gimnasia” que, del mismo modo como sucede en otras disciplinas, resultará más o menos beneficiosa, pero no determinante para encontrar otra forma de moverse y de estar en el mundo más libre y ligera.

El movimiento interno trabaja desde el centro, dando una prioridad especial al fortalecimiento y firmeza del tronco. Todo lo que viene después es secundario a este fortalecimiento. Si usted está andando, de pie, si está haciendo la colada, fregando los cacharros o incluso bailando, su tronco puede estar firme, puede convertirse en el centro de sus movimientos y no dejarse deformar por éstos. Es esta condición la que hace que el movimiento sea libre, ligero, fácil... y el método del movimiento interno, gracias a sus profundas raíces biomecánicas, cuenta con instrumentos de enseñanza que permiten, por fin, al individuo acceder a la conciencia del propio cuerpo que posibilita la firmeza del tronco. Tal vez sea esta una de las grandes fortalezas del método, su nacimiento a partir de investigaciones biomecánicas y no de prácticas físicas, pues el movimiento interno surge como teoría para tratar de explicar las dificultades que las personas tenemos para adoptar posturas erguidas, y luego se convierte en método para lograr este objetivo. El hecho de partir del estudio del potencial del sistema esquelético humano para la adopción de posturas erguidas, y no de un compendio de experiencias prácticas, ha posibilitado que las indicaciones que deban darse a los alumnos sean muy concretas, fáciles de entender y de reproducir con un mínimo entrenamiento, con lo que se allana el camino al practicante para saber que es lo que tiene que hacer para adquirir la firmeza del tronco que luego se convertirá en la base de cualquier otro movimiento.

miércoles, 27 de abril de 2011

ejercicios de desarrastre para los miembros superiores

Cuando usted ya pueda controlar el tronco, si tratara de mantener este control durante los actos de la vida diaria comprobaría que le resultaría extremadamente difícil. ¿Por qué? Porque cuando usted necesite mover sus piernas o sus brazos éstos tirarán del tronco deformándolo, haciéndole perder el control y la firmeza del mismo. La razón es que las fascias que unen los miembros al tronco están cortas, no permiten una movilidad adecuada de éstos y dan lugar a compensaciones en éste. Para evitar este arrastre de los miembros es necesario elongar las fascias, pero conservando el tronco firme, pues de no ser así el estiramiento sería ficticio.

Las sensaciones en estos ejercicios son muy intensas. Los estiramientos de las fascias son totales, y aparecen dolor, hormigueo, y todo tipo de percepciones. No se asuste. Son la señal de que las fascias se están elongando realmente. Con el tiempo este estiramiento de las fascias de los miembros deberá dar lugar a una movilidad de estos más “ligera”. Usted debería sentir que el hacer las cosas de la vida no compromete la firmeza de su tronco.

Estos ejercicios han sido propuestos por Nelvis Díaz Cuevas, fisioterapeuta, profesora dePilates y mi esposa. Ella ha sido la primera colaboración para este proyecto del movimiento interno.

viernes, 15 de abril de 2011

de lo psíquico a lo físico

A lo largo de los dos primeros años de vida usted aprendió a mantenerse de pie, y a andar. ¿En ese tiempo logró perfeccionar estas capacidades? La respuesta es no. Usted cree que sí, y como ejemplo de que sí usted puede poner el hecho de que sabe saltar, sabe correr, juega al fútbol y baila samba. Pero estas aptitudes no demuestran que haya desarrollado todo el potencial que su sistema locomotor permite. Como ejemplo yo puedo poner que no es capaz de mantenerse erguido por demasiado tiempo sin padecer dolor. ¿Y por qué, me preguntará usted, se dio este desarrollo insuficiente? Porque el niño que usted era no había desarrollado suficientemente la conciencia corporal necesaria para el desarrollo completo del sistema locomotor. Porque, para este desarrollo completo, lo que hace falta es conciencia. No fuerza. No velocidad. Ni siquiera coordinación. Conciencia. Y un niño de dos años no tiene las facultades psicológicas necesarias para desarrollar esta conciencia.
Como consecuencia, su aparato locomotor se desarrolló insuficientemente, o, mejor dicho, se desarrolló hasta niveles no óptimos de funcionalidad. La consecuencia anatómica de esta circunstancia es el acortamiento de las fascias, que, a su vez, habrá tenido consecuencias sobre el desarrollo de las estructuras corporales. Por eso, cuando se quiere adquirir el completo desempeño del aparato locomotor, hay que luchar contra el acortamiento de las fascias del tronco. No queda más remedio. No hay otra solución. Sólo si las fascias alcanzan un grado óptimo de elongación y flexibilidad se podrá alcanzar la estática correcta. A medida que las fascias están cada vez más elongadas, más fácil es acceder a la postura erguida, y mantenerla.
El otro problema con que nos encontramos cuando, ya de adultos, queremos desarrollar las capacidades del aparato locomotor que permiten mantener la estática, es la falta de conciencia de que nuestra postura no es la correcta para este menester, o, mejor dicho, la falta de conciencia sobre la asociación que se establece entre mi concepto de yo y mi postura. Dicho de otra manera, ¿si usted se viera mañana por la mañana al espejo y fuese el mismo que es ahora, pero con otra postura diferente a la actual... identificaría la imagen como a usted mismo? Puedes ser, pero le costaría. Haga la prueba. Salga mañana de su casa con una postura diferente a la habitual. Camine por su barrio, por su escuela, por su trabajo con una postura diferente a la habitual. Si es usted tímido, retraído, reservado, salga de casa con el pecho abierto y los hombros hacia atrás. Hable con sus conocidos sin variar esta postura nueva... Le costará. Y fíjese lo que digo, le costará más a usted que a ellos. Es posible que ellos no adviertan estos cambios (si son sutiles), mientras que usted tenderá, al mínimo despiste de su conciencia, a deshacer los cambios para refugiarse en su postura habitual y acogedora. La misma postura que le causa dolores, la misma postura que lo avoca a una degeneración inevitable de su cuerpo, pero su postura al fin y al cabo... Porque, y esto es lo increíble, la mayor dificultad para alcanzar una postura equilibrada no está ni en las fascias acortadas, ni en la escasa fuerza de la musculatura, ni en los bloqueos articulares... la mayor dificultad reside en la asociación inconsciente entre el concepto de yo, es decir, mi imagen psíquica de mí mismo, y mi postura, es decir, mi imagen física de mí mismo.
Por eso decimos que el movimiento interno es un método que procede de las teorías psicoanalíticas de Freud y de Jung. Existe una imagen de uno mismo a la que llamamos ego, que da lugar a una serie de ventajas y de inconvenientes. A medida que envejecemos, este ego se hace más fuerte, la personalidad del individuo se radicaliza, y las ventajas e inconvenientes se vuelven más acusados. “Yo soy así” se suele decir, y no voy a cambiar ahora. Esto nos conduce a experiencias dolorosas, a sufrimiento psicológico, por no aceptar las situaciones de la vida tal y como son. Si no tuviéramos esta imagen, este ego tan poderoso, podríamos acceder a soluciones mejores para los lances de la vida, pero nuestra imagen, nuestro ego, limita mucho este abanico de soluciones, selecciona entre éstas aquellas que puedan mantener la imagen misma, aún a costa de que se pierdan las mejores soluciones para la circunstancia concreta dela vida a la que nos enfrentamos. Después llega el resentimiento. Después llega el creerse que uno es mejor porque se ha vetado a sí mismo las soluciones que para aquella circunstancia eran las idóneas, sólo porque no encajaban con la propia imagen, con el propio ego. Después llega la fobia a los otros, cuyas imágenes sí les han permitido acceder a las mejores soluciones... Igual ocurre con la postura. Usted se identifica con su postura, y no se da cuenta. “Imposible”, dirá usted, “yo no quiero tener esta panza”. Sí quiere. Si no quisiera, haría algo para no tenerla. Le gustaría que desapareciera tal vez, pero no hace nada. “No es cierto” dirán algunos “yo hago deporte, juego al tenis, hago natación... “

Le contestaré con un ejemplo muy clarificador. Un día, a un hombre, amante del deporte y de la vida sana, al que yo conocía muy bien y al que durante toda la vida le habían mortificado insidiosos dolores lumbares, le comenté mis investigaciones sobre la postura, haciéndole ver que por fin había llegado a conclusiones que permitían un nivel operativo de ejecución, es decir, que ya tenía ejercicios para aplicar a casos concretos. Lo invité a participar. Él rehusó. ¿Por qué? Pregunté yo. Me dio una serie de excusas banales, entre las que se encontraba la de que estos ejercicios serían muy aburridos. “Usted no quiere curarse” le espeté. Él se mostró muy sorprendido. ¿Cómo no iba a querer curarse? Es obvio, le dije, yo le estoy ofreciendo una solución y usted la rechaza. ¿Qué hay detrás de este rechazo? El hombre sonrió, y no se volvió a hablar del tema. ¿Qué hay detrás de este rechazo? Su imagen. Su ego, esto es lo que hay. Él no se ve a sí mismo haciendo este tipo de prácticas. No se reconoce realizando este acto, y no lo hará hasta que los dolores sean tan nefastos que no le dejen otra alternativa. Si llega ese momento, este hombre se contemplará a sí mismo haciendo este tipo de ejercicios y sentirá vergüenza. Nada le parecerá acertado, buscará todo lo negativo, se burlará íntimamente, justificará su desagrado... sólo el dolor conseguirá abrir su imagen de sí mismo.

¿Hace usted el deporte adecuado para evitar esta panza? ¿Hace abdominales, va al gimnasio, levanta pesas... ? ¿Hace el suficiente deporte? Si lo hiciera no tendría esa panza. “No tengo tiempo” Esta es otra excusa. No hace falta tanto tiempo. Es su imagen psicológica de ser un hombre ocupado la que genera una imagen física concreta. ¿Ve la relación?
Para terminar, sólo quisiera pulir un poco más este concepto. Existe un contenido en nuestro tronco de carácter fluido. Al inspirar, la presión de este contenido aumenta, por la entrada de más fluido, que es el aire que inspiramos. ¿A dónde se dirige este aumento de presión? El continente, es decir, la cáscara del tronco, ha de abrir espacios para este aumento de fluido dentro del tronco secundario a la inspiración. Bien, pues hay aquí otro punto que debe ser destacado. No todas las personas abren el tronco de la misma manera. ¿Por qué? Porque la forma de abrir el tronco depende de la imagen psíquica de uno mismo. Por eso a esta forma particular e individual de abrir el tronco la llamamos imagen personal. Si es usted una persona tímida, el aumento de presión en la inspiración se gestionará posiblemente con una apertura de la pared abdominal anterior, más que con una apertura de la pared anterior del tórax. ¿Ve lo que quiero decir? Su imagen psicológica tiene una correspondencia con su imagen física. Y ahora, ¿Según qué elementos se generan las correspondencias entre la imagen psíquica y la imagen física? Para esta pregunta no tenemos respuesta. Sería nuestro objetivo encontrar el medio para realizar nuevas investigaciones. Lo único que podemos adelantar por ahora, es que estas correspondencias se producen en función de elementos simbólicos, como por ejemplo en el caso antes mencionado en el cual el símbolo es el pecho. Abrir el pecho siempre ha sido representación de gusto por las relaciones, y es este símbolo el que actúa de forma inconsciente para que un individuo decida (inconscientemente claro) abrir, para albergar la entrada de fluido en la inspiración, los espacios del tronco o del abdomen. Como esta, existen muchas más relaciones simbólicas de lo físico, que actúan silenciosamente y que van labrando un cuerpo físico en la forma y el acortamiento de las fascias. ¿Comprende?

miércoles, 13 de abril de 2011

ejercicio de los giros opuestos, un ejercicio de visualización

Este ejercicio se realiza en la postura de cuatro puntos. Consiste en imaginar que existen dos discos enfrentados. Uno de los discos se sitúa en el sacro y el otro en una de las palas iliacas, supongamos que en la derecha. Debemos imaginar que el disco del sacro gira hacia detrás (entendiendo por “hacia detrás” que el punto más alto del disco se desplaza hacia abajo ya hacia atrás), mientras que el disco de la pala iliaca gira hacia delante (entendiendo por “hacia delante” que el punto más alto del disco se desplaza hacia abajo y hacia delante). Cuando un disco gira, arrastra a la estructura ósea que lo alberga. Así pues, este ejercicio favorece el movimiento de contranutación, pero en un solo lado, usando como eje del mismo sólo una articulación sacroiliaca. Esto nos permite explorar las diferencias entre la articulación sacroiliaca derecha y la izquierda. Usted se sorprenderá de comprobar cómo cambia la sensación de su propio cuerpo cuando realiza este ejercicio, y también cómo resulta fácil y fluido de realizar en un lado mientras que resulta especialmente difícil en el otro.

Cuando usted haya tomado consciencia de esta diferencia entre un lado y el otro, debe forzar la contranutación que está más bloqueada, es decir, debe ejercitar la torsión del tronco que le resulte más difícil de realizar de forma natural.

Este ejercicio se ha de realizar también en las articulaciones esternocostales, con la salvedad de que en este caso el disco del esternón girará hacia delante y el de la parrilla costal derecha o izquierda girará hacia detrás, y en las articulaciones occipitotemporales, donde el disco del occipital gira hacia atrás y los de los huesos temporales giran hacia delante.

Una vez que tenga experiencia realizando el ejercicio, siéntese contra una pared, o póngase de pie, o incluso camine, y tome conciencia de su cuerpo al realizar estos cambios. Fíjese en detalles como la oclusión dental, la dificultad para tragar, la forma como se distribuye el peso sobre las plantas de los pies, etcétera. La verdadera finalidad del ejercicio es tomar conciencia, nada debe hacerse por ahora, no dirija sus esfuerzos más en un sentido que en otro, deje pasar los días observando, pues al principio las sensaciones son confusas. Al realizar esta práctica durante días, semanas, meses, su cuerpo le irá dictando el camino, pero, si usted decide por sí mismo (guiado por su idea de lo que es mejor) qué camino tomar, éste puede ser equivocado. Sólo observe, deje que el camino se muestre solo, no tenga prisa, no anteponga su imagen de lo que debe ser a lo que realmente es. Observe. Escuche. Atienda. Si usted es constante las señales aparecerán. Diviértase. Tenga curiosidad. Y poco a poco descubrirá cómo ha de movilizar las estructuras de su cuerpo para llegar al equilibrio.

Al realizar este ejercicio, no olvide dirigir la presión interna hacia arriba, apoyándose en los diafragmas del tronco.

martes, 12 de abril de 2011

puntos de apoyo

Cuando un individuo está de pie, debe buscar dirigir su atención hacia determinados puntos de apoyo. Estos puntos de apoyo serían los siguientes:

  1. planta del pie: clásicamente se ha hablado de tres puntos de apoyo, que son el talón (predominando el apoyo en el borde externo), la cabeza del primer metatarsiano y la cabeza del quinto metatarsiano. Esta información sirve como referencia, como punto de control para revisar constantemente si el apoyo es o no es el correcto. Podemos estar seguros de que estos son los puntos de apoyo correctos, porque la deducción de que son estos y no otros los puntos de apoyo adecuados se ha hecho en función de la biomecánica del pie. Es decir, al analizar cómo está hecho el pie, hemos concluido que está hecho para que se apoye en estas tres coordenadas.
  2. Articulación tibioperoneoastragalina: la parte superior del astrágalo se encaja entre el espacio que forman los segmentos distales de tibia y peroné. Esta parte superior del astrágalo puede deslizarse hacia delante y hacia detrás, levemente, y este deslizamiento tiene vital importancia, porque influye, tanto en el apoyo correcto de la planta del pie y en la forma del arco plantar, como en el giro de la cadera del mismo lado. Si tibia y peroné se deslizan hacia delante (lo que equivale a decir que el astrágalo se desliza hacia detrás), ocurrirán dos cosas. La primera, que se desplazará una mayor cantidad de peso hacia la parte delantera del pie, con lo que el arco plantar tenderá a hundirse. La segunda, que la cadera del mismo lado tenderá a girar en rotación interna para adaptarse al hundimiento de la bóveda plantar. Si usted quiere comprobar que esta información es cierta, póngase en cuclillas, con las rodillas juntas, y trate de tocar con los talones el suelo. Comprobará que estará mucho más cerca de lograr este objetivo si trata de deslizar tibia y peroné hacia detrás (es decir, el astrágalo hacia delante)
  3. Suelo pélvico: el suelo pélvico, o periné, es el primero de los cuatro diafragmas que hay en el tronco. Funciona como una superficie de apoyo para el contenido del tronco, de tal manera que cuando aumenta la presión interna secundariamente a la inspiración, si el suelo pélvico no está contraído, la presión empuja a éste hacia abajo, con lo que no se realiza el “llenado” del tronco que es necesario para sostener una buena postura. La activación del periné es, por lo tanto, fundamental para la buena postura. Nosotros entendemos que su activación da lugar, no al ascenso potente del suelo pélvico y a la contracción de los esfínteres que éste alberga, sino al acercamiento del pubis y del cóccix. Esto sería así, porque de todas las fibras que existen en el periné, para activarlo en lo que al control de la postura y proyección de la presión interna se refiere, sólo deberíamos utilizar las fibras de sentido antero-posterior, que son las que realizan esta movilización de las estructuras óseas, que no es otra que la contranutación de la que hemos hablado otras veces.
  4. Rodillas: El estudio biomecánico de la rodilla nos indica que en la posición de pie, ésta debe estar en posición neutra. Tanto la flexión, aunque sea leve, como la extensión máxima, son perjudiciales a largo plazo, la primera porque supone un aumento importante de la fricción de la rótula y la segunda porque lesiona a largo plazo los meniscos y las estructuras posteriores de la rodilla.
  5. Cabeza del fémur: la cabeza del fémur soporta por lo general demasiada presión, o mejor dicho, una presión excesiva. Lo normal es que las personas desplacen la presión interna del abdomen hacia delante, con lo que el peso se descarga en las cabezas de los fémures. Pero si la presión interna se desplaza hacia arriba, como nosotros recomendamos, la presión que soportan las cabezas de los fémures es menor, pues este peso se reparte entre las cabezas de los fémures y las articulaciones sacroiliacas.
  6. Articulaciones sacroiliacas: Las articulaciones sacroiliacas también sufren deslizamientos, como ocurría con las articulaciones tibioperoneoastragalinas, que resultan determinantes para la postura de un individuo. Por lo general, estas articulaciones no soportan peso, o soportan menos del que deberían, pues este peso se dirige hacia las cabezas de los fémures. Esto es paradójico, ya que cualquiera puede entender que las cabezas de los fémures no están diseñadas para soportar peso, pues son esféricas, o cuasiesféricas, y si pierden esta forma no podrán desempeñar adecuadamente su verdadera función que es la de permitir los movimientos de cadera. Las articulaciones sacroiliacas, en cambio, están preparadas para soportar peso, para encajarse y transmitir las líneas de fuerza de los segmentos óseos. Cuando la presión interna del tronco se dirige hacia arriba y hacia detrás, en lugar de hacia la pared anterior del abdomen, el peso se dirige hacia las articulaciones sacroiliacas, que es lo biomecánicamente conveniente. Así pues, tome conciencia de sus articulaciones sacroiliacas. Atienda fijamente a las sensaciones de esta parte de su cuerpo. Le proporcionarán una información excepcional sobre su postura. Le guiarán hacia la postura equilibrada. Aprenda a cargar peso sobre ellas y descargue las cabezas de los fémures.
  7. El diafragma: el diafragma es el segundo de los cuatro que hay en el tronco. Sirve para realizar la inspiración, como se sabe, pero sus fibras anteroposteriores, si se contraen acercan la apófisis xifoides del esternón a la columna vertebral, aumentando el diámetro lateral del tórax. Es en este momento cuando el diafragma, que ya ha bajado y ha promovido la consecuente entrada de aire a los pulmones, al contraerse en esta segunda forma, funciona como suelo para que la inspiración continúe a través de la musculatura del tórax. Si el diafragma realiza toda la inspiración, lo que ocurre es que la presión interna a nivel del abdomen se dirige hacia la pared anterior del mismo, con lo que toda la postura se pervierte como antes vimos. El diafragma debe realizar una parte de la inspiración, y luego servir de punto fijo para que los músculos del tórax realicen la siguiente parte de la inspiración. De este modo, cuando usted inspira, haga primero un llenado “básico”, en el que la presión interna “inflará” el espacio abdominal y cuyo suelo será el periné, para inmediatamente tomar asiento en el diafragma de tal modo que la presión interna llene ahora el tórax. De este modo, la presión interna siempre asciende, y la postura tiende al equilibrio.
  8. Esternón: el esternón vendría a ser un elemento óseo homólogo al sacro, pero ubicado en la parrilla costal. En este caso, las palas iliacas estarían representadas por las costillas. De este modo, entonces, el esternón representa el sacro y las costillas las palas iliacas izquierda y derecha. Sin embargo, las articulaciones sacroiliacas son distintas a las articulaciones esternocostales. Pero, aunque son diferentes, ambas formas de articularse las estructuras óseas permiten el giro de las piezas laterales respecto de la pieza central. He aquí la clave, en el giro, en el encajarse de estas estructuras. El esternón, o, mejor dicho, los cartílagos esternocostales, deben apreciarse como estructuras que soportan el peso, del mismo modo que ocurre con las articulaciones sacroiliacas.
  9. Diafragma cervical: aunque no existe un músculo ni un grupo muscular que se pueda considerar un diafragma, existen estudios anatómicos que sitúan en el cuello una estructura fibrosa que se considera un diafragma. El papel de esta estructura es semejante al de los otros dos diafragmas. Sirve como suelo para que la presión interna continúe el ascenso hacia el cráneo. ¿Cómo se activa? ¿Cuál es el mecanismo de su funcionamiento? No lo sabemos. Sólo podemos sentir que funciona así, nada más.
  10. Diafragma craneal: también fascicular, se encuentra a la altura de los ojos y tiene la misma misión que los otros diafragmas. Usted podrá sentir como sirve de suelo al ascenso de la presión interna hacia el cénit del cráneo.
  11. Articulaciones occipitoparietales: Aquí tenemos otro ejemplo de articulación tipo sacroiliaca, esta vez, otra vez en situación posterior. Ocurre aquí lo mismo que en los otros casos, es decir, se produce un movimiento de “contranutación”, que abre las estructuras craneales por arriba y las cierra por abajo. ¿Se abre realmente el cráneo por arriba? No, por supuesto, pero sí debe haber una apertura, un ligerísimo distanciamiento inpareciable entre las piezas óseas. No hay que olvidar que esta estructura estuvo abierta mucho tiempo, pues era la fontanela, que se cerró en torno a los dos años de vida. Como en los otros casos, lo invitamos a dirigir su atención hacia el encaje de estas estructuras. Si este encaje no existe, es seguro que la postura no es equilibrada, pues no tiene asiento físico, no hay lugar de paso para las líneas de fuerza de unas piezas óseas a otras, y en lugar de eso, el peso debe ser soportado por estructuras que no están preparadas para eso, como pudieran ser en este caso las vértebras cervicales.

Ahora bien, ¿cuáles de estas articulaciones son las principales, los motores que determinan que las otras tomen una alineación correcta, o mejor diríamos, equilibrada? Son las articulaciones del tronco, ¿cuáles si no? Lo que ocurre en el tronco determina lo que pasa en los miembros inferiores. Así pues, es fundamental tomar conciencia de estos apoyos, apoyarse en estas articulaciones. Si estos apoyos son equilibrados, la postura será correcta, pero, ojo, que el apoyo sea equilibrado supone que exista la contranutación de la que venimos hablando, y además, que el peso en ambas articulaciones se reparta por igual. Y esto es válido tanto para las articulaciones sacroiliacas como para las esternocostales como para las occipitoparietales. Cuando estas articulaciones están equilibradas, las de los miembros inferiores estarán equilibradas, no debe preocuparse por ellas, o más bien, no debe tratar de intervenir en ellas.